domingo, 13 de octubre de 2013

Escribiendo mi historia de derrotas... Salmos 126:5

Saben ustedes lo que dice ese versículo? Dice: ‘’El que siembra con lágrimas, con regocijo segara’’

Esta vez les escribe un Mario derrotado y traicionado por sus emociones, sus deseos y sus impulsos… les voy a permitir que me lean desde un punto de vista diferente. Hoy les escribo sembrando con lágrimas.

Hoy es un día en el que pienso en todo el proceso que he atravesado (por mí, ignorancia me atrevería a decir), no me quejo de lo que Dios ha hecho, tampoco le recrimino nada, todo lo contrario, estoy agradecido por todo, lo bueno y lo malo… hay un adagio popular que reza: ‘’El tiempo perdido hasta los santos lo lloran’’ pues hoy es un día en el que yo lloro el tiempo que perdí…

Ha sido un proceso largo, perdí mucho tiempo de universidad, el desierto, el llanto de una familia en agonía, la fluctuación en las olas de la vida, la muerte de un ser amado, la destrucción de una familia que en vez de estar más unida, las fuerzas del destino y la influencia de factores externos forzaron, la soledad, el desánimo, las traiciones, los golpes que, de repente, yo mismo me busque; los buenos días, los consuelos, las sonrisas, los abrazos, los gestos de amor, los lazos de unidad, el hombro de un amigo y las espaldas de otro… han sido parte de este largo y pedregoso camino.

No quiero que piensen que me estoy cortando la venas jajaja nada que ver, mi gozo no ha sido removido a pesar de todo esto, ha sido un proceso del que nadie está exento, la vida no viene con instrucciones ni manuales de supervivencia como muchos quieren hacernos ver. A estas alturas yo tendría que estar terminando mis estudios, sin embargo estoy comenzando de nuevo, desgraciadamente la inconsistencia y la fluctuación de las olas de la vida me llevaron por mucho tiempo por doquier, la inestabilidad emocional y las gotas que día a día iban sumando un mar de confusiones y desánimos que cerraron muchas puertas en mi vida, son ahora motivo de congoja y lamento para mí. Muchos de nosotros siendo jóvenes (no digo que lo he dejado de ser) no pudimos pesar las consecuencias de nuestros actos, y lo digo por mí, tome muchas decisiones guiado por mi locura, confusión y emoción; pero ahora, lloro todas y cada una de ellas, no pretendo con esto decir que Dios no ha obrado en mí, las cicatrices de esos golpes hoy me recuerdan que no todo lo que pretendemos hacer es voluntad de Dios sino nuestra.

No puedo evitar, al pensar en todo el ‘proceso’, que mis lágrimas caigan y me recuerden lo inmaduro y débil que fui y que demostré ser, aunque unos me miraban fuerte y decidido por dentro era un débil y dudoso.

UN NUEVO SOL

Sin embargo, bienvenido sea este nuevo sol que brilla prometiendo un día de bendiciones, nuevas metas, triunfos y consuelos desmedidos ante las circunstancias. Dios obra de manera que no podemos entender, hace las cosas como Él quiere y a la manera que Él quiere.
Hoy me doy cuenta que esta nueva etapa promete ser mejor de lo que fue, no olvidando las cosas que un día fueron de menester, como dijo un gran pensador ‘lo que fue de menester… que sea’

Yo creo que la bondad de Dios es tan incomprensible e inmensurable que no podríamos cuestionarla, lo que el enemigo hace para destrucción, eso mismo toma Dios y lo hace para construcción.

Como no alabarle? Como no darle gloria? Como no exaltarle? Como  no agradecerle? Como no derramarnos en su presencia? Como no desnudarnos delante de Él? Como no vivir por El? Alguien dígame… Como no hacerlo?

Es tan grandioso que aun lo que un día nosotros hicimos y nos trajo consecuencias hoy nos sirve de consuelo al darnos cuenta que Él siempre estuvo con nosotros. En el tiempo perdido, en el desierto, en el llanto de una familia en agonía, en la fluctuación en las olas de la vida, en la muerte de un ser amado, en la destrucción de una familia que en vez de estar más unida, las fuerzas del destino y la influencia de factores externos forzaron, en la soledad, en el desánimo, en las traiciones, en los golpes que, de repente, yo mismo me busque; en  los buenos días, en los consuelos, en  las sonrisas, en los abrazos,  en los gestos de amor, en los lazos de unidad, en el hombro de un amigo y en las espaldas de otro, Él siempre estuvo allí.

Hemos de culpar a Dios por nuestras faltas? No lo creo. Yo no lo hice, no lo hago y no lo hare jamás, aunque su voluntad me duela nunca dejare de estar agradecido, aunque la lluvia caiga sin censura alguna, jamás dejare que me derrumben…

Alguien me dijo hace unos días ‘’Para ser hay que perecer’’ Sera cierto? Yo estoy fielmente convencido que si, para ser alguien mañana hay que perecer a este alguien hoy.


Al principio les dije que escribía un Mario derrotado y traicionado por sus emociones, sus deseos y sus impulsos… ahora les digo que este que escribe lo hace con una visión clara, amplia y un espíritu confortado y renovado, establecido y confiado en que Dios seguirá y concluirá su obra sin importar las circunstancias…

Gracias a todos…



En Jesús… A. Mario R. Forgas

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