sábado, 27 de enero de 2018

Un minuto es suficiente.


Hola a todos, espero que se encuentren con todas las energías y los animo para seguir adelante.

Este escrito vuelve un poco al mensaje original del blog, ustedes sabrán a lo que me refiero y creo que por el título de la publicación ya saben a qué se refiere.

Hoy encontré entre libros viejos, mi primera Biblia, me causo mucha nostalgia porque con ella viví muchas cosas, buenas y otras muy malas, encontré entre sus páginas 3 sobres para ofrenda de la Iglesia Vida Abundante en Tegucigalpa (Iglesia que frecuentaba) y ninguno lleno, por desgracia… también encontré varios mensajes anotados, un Post-It con el listado de alabanzas que canté ese domingo en la iglesia y un mensaje que una muy buena amiga anotó en la portada de mi Biblia el 27 de marzo del 2013. Vaya, qué tiempos aquellos. Empecé a recordar cuantas predicas no preparé con este libro, cuantos consejos no encontré en ella, unos que di y otros que recibí cuando más lo necesitaba. A lo largo de los años la leí 3 veces desde el Génesis al Apocalipsis. Recuerdo que con ella prediqué en mi iglesia en Marzo del 2012, el siguiente viernes después de la muerte de mi hermano menor y aún recuerdo el mensaje que di esa noche, lo llamé Ceder o Dominar, de hecho lo pueden encontrar entre las publicaciones de este blog.

Siempre me pregunté qué pasaría por la mente de las personas que un día sirvieron a Dios dentro de una iglesia, al otro día su vida da un giro total y hoy es un miembro activo del “mundo”.
Siempre quise entender qué ocurre con el esposo que le es infiel a la esposa o ella a él aun siendo miembros de la iglesia, siempre entrar en la mente del hombre o la mujer que sirven dentro de la congregación y se dan al pecado o al joven que siendo ministro de alabanza termina su servicio y la intimidad comete pecado o el hombre que un día fue grande y hoy lo vemos como un vil alcohólico.

Saben qué?       
Pude responderme esa pregunta.
Me bastó solamente un minuto para darme cuenta que no pasa nada. Sí, así es, uno no planifica dejar de asistir a una iglesia, simplemente es como quedarte dormido, no sabes en que momento ocurrió.
Les pregunto. Recuerdas en qué posición te quedaste dormido anoche o la hora en la que te quedaste inconsciente? Estoy seguro que no lo recuerdas.

Un minuto bastó para asimilar que en realidad nuestra mente no está pensando en “voy a salir de aquí”, simplemente pasa. Muchas personas {La gran mayoría, lastimosamente} critican y señalan a las personas que por X o Y razón dejan la iglesia y se alejan de Dios, pero pocas saben por qué. Perdonen pero nadie NUNCA podrá entender el nivel de arrepentimiento de un alcohólico si JAMAS tomo una gota. O nadie NUNCA podrá entender al adultero, al violador, al fumador, nunca podremos entender al homosexual o a la lesbiana, nunca podremos saber qué piensa el que estuvo preso por asesinar a sangre fría o al drogadicto si NUNCA ESTUVIMOS EN SUS ZAPATOS. Aclaro con esto, no estoy diciendo que hagamos tales cosas, líbreme Dios.

Un minuto fue suficiente para entender que nunca planificamos dejar a Dios de lado, simplemente sucede. La iglesia activa debe saber dos cosas:

1.       No es posible que todavía seamos ovejas de bate en mano golpeando al que está en el suelo, herido y que tengamos el botiquín de primeros auxilios lleno de polvo.
2.       El poder de la RESTITUCION sigue vigente, no tiene fecha de caducidad.

Basándome en la Biblia podemos ver a Ananías en el Hechos 9.
¿¡Cuantos Ananías no necesitamos en este momento!? De esos que vengan a nosotros y nos digan “Hermano levántate” desgraciadamente hoy la iglesia (no todas) se ha convertido en una maquina clasificadora de cristianos, tal como lo hacen en las fábricas procesadoras de granos, unos los dejan para mercado local, otros para exportación y lo demás se desechará porque no sirve.

Solamente basta un minuto para entender que no somos nada en este mundo y que es posible que un día nosotros nos encontremos en el lugar del hermano caído, Dios no lo permita.
Cuando mires un hermano caído, detente y toma un minuto para ponerte en su lugar y en ese insignificante minuto te darás cuenta que simplemente se quedó dormido y que necesita un Ananías que llegue y le diga “Hermano levántate!”

El caído, Mario!

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